FSC-CCOO Medios de Comunicaci贸n, Artes, Cultura, Ocio y Deporte | 14 octubre 2025.

Art铆culo de opini贸n de Anthony Bellanger

Gaza, la tumba del periodismo

  • El Sector de Medios de Comunicaci贸n, Artes, Cultura, Ocio y Deporte de la FSC-CCOO se suma a la denuncia del periodista, sindicalista e historiador franco-belga Anthony Bellanger, Secretario general de la Federaci贸n Internacional de Periodistas (FIP), que reivindica que la misi贸n de los periodistas en Gaza no es morir como m谩rtires, sino informar en condiciones de seguridad
  • La historia solo ser谩 ben茅vola con los testigos. En la Franja, recordar谩 el nombre de Anas al-Sharif, un joven reportero de Al Jazeera asesinado el 10 de agosto de 2025. Tambi茅n a los otros 222 periodistas asesinados en los 煤ltimos dos a帽os por el ej茅rcito israel铆. Pero, quienes decidieron eliminar a estos trabajadores de los medios de comunicaci贸n, quedar谩n condenados para siempre

06/10/2025.
Logo de la FIP

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Durante 24 largos meses, Gaza se ha convertido en el lugar más peligroso del mundo para ejercer nuestra profesión. Israel prohíbe la entrada de periodistas extranjeros al territorio, por lo que la verdad depende exclusivamente de los reporteros palestinos, casi todos ellos miembros del Sindicato de Periodistas Palestinos, afiliado a la FIP. Con demasiada frecuencia trabajan sin protección y sin refugio para sus familias. Y con demasiada frecuencia, son blanco directo de ataques.

Nunca antes la profesión periodística había presenciado una masacre semejante en sus filas. La Federación Internacional de Periodistas (FIP), fundada en 1926 y que celebrará su centenario en París en mayo de 2026, no ha registrado un número de muertes comparable desde su formación, ni durante la Segunda Guerra Mundial, ni en Vietnam, Corea, Siria, Afganistán o Irak. Gaza se ha convertido en el peor cementerio para periodistas de la historia contemporánea.

Pero esto no es una serie de tragedias accidentales. Es una estrategia clara: matar a los testigos, cerrar Gaza, silenciar la narrativa. Impedir la entrada de la prensa internacional significa silenciar a los observadores extranjeros independientes de este conflicto. Y en un momento en que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, promete "recolonizar" Gaza, controlar la narrativa es tan crucial como controlar el propio territorio. Colonizar también significa borrar las ruinas, los muertos, los supervivientes y a quienes cuentan sus historias.

Desde la frontera norte hasta la ciudad de Gaza, cientos de miles de residentes se han visto obligados a huir hacia el sur. Pero incluso allí, el sur no es un refugio: no ofrece seguridad ni salida. Las familias están hacinadas, atrapadas entre las bombas y el mar, sin posibilidad de escapar de las atrocidades de esta guerra. Esta realidad de asedio total también afecta a los periodistas, condenados a trabajar encerrados en un enclave donde la supervivencia se vuelve cada día más improbable.

En este contexto, el reconocimiento del Estado de Palestina por un número creciente de países en la ONU es simbólico. Pero llega demasiado tarde. No protege a los vivos ni hace justicia a los muertos. La diplomacia se está poniendo al día con la historia, pero solo después de que se haya cometido lo irreparable.

Entonces, ¿quién protege a estos testigos? No es la ONU paralizada ni las grandes potencias, cómplices con sus entregas de armas y su silencio. Los periodistas palestinos continúan su misión solos, hasta el agotamiento. Hasta la muerte.

La FIP, por su parte, actúa sobre el terreno. Apoya directamente a los periodistas y a sus familias a través de su Fondo Internacional de Seguridad. Relata la vida cotidiana de sus colegas, Sami, Gharda y otros, para que su cruel realidad no quede reducida a meras estadísticas. Y desde hace varios años, exige una convención internacional de la ONU que obligue a los Estados a proteger a los periodistas y castigar a sus asesinos. Mientras no exista dicha convención, la impunidad prevalecerá y protegerá a los líderes israelíes responsables de estos crímenes.

Un recordatorio esencial que la FIP ha repetido durante años a periodistas y trabajadores de medios con acreditaciones internacionales de prensa es: « Ninguna historia vale una vida humana ». No es un eslogan: es una regla de supervivencia. La misión de los periodistas no es morir como mártires, sino informar con seguridad. Su protección es una responsabilidad colectiva. Cada casco, cada chaleco antibalas, cada curso de formación en seguridad y entornos hostiles es vital.

En Gaza, muchos de nuestros colegas se preguntan: "¿Qué sentido tiene continuar?". Las pruebas se acumulan, los testimonios se acumulan, y sin embargo, nada cambia. Pero rendirse sería peor, porque el silencio es una victoria para los verdugos. Les permite decir que no pasó nada.

Cien años después de su creación, la FIP se enfrenta a la peor prueba de su historia. Gaza se ha convertido en el cementerio del periodismo. Si aceptamos que los periodistas mueran allí en la indiferencia, allanamos el camino para que otros regímenes consideren el asesinato de periodistas como un instrumento de guerra normal.

Anas al-Sharif no quería morir. Quería informar al mundo, con seguridad. Su muerte, y la de nuestros 222 colegas, nos obliga a actuar.

Israel mata periodistas. Matar periodistas es matar la verdad. Y un mundo sin verdad es un mundo donde los verdugos reinan.